Muestras de agua de diferentes ubicaciones y profundidades, tomadas entre el 25 de Mayo y el 2 de Junio, mostraron que existe una mancha de petróleo entre 1099m y 1219m de profundidad, consistente con un estimado independiente, que se extiende al menos 10km a la redonda de la fuga (en las fechas del estudio).
La composición de bacterias y arqueas fue evaluada con un chip de ADN, que permite detectar y cuantificar variantes del gen 16s, que se encuentra en todos los procariotes. El resultado fue que las muestras provenientes de la mancha de petróleo son claramente diferentes de las muestras no afectadas por el derrame. En particular, en regiones afectadas por el derrame, los organismos dominantes pertenecen al orden Oceanospirillales, al que pertenecen muchos organismos que degradan hidrocarburos. La frecuencia de estos organismos alcanza el 90% en la mancha de petróleo, mientras que en muestras no contaminadas no es mayor al 5%.
El análisis químico de las muestras, unido a la detección de genes conocidos que participan en la degradación de hidrocarburos, mostró que los diversos contaminantes del petróleo están correlacionados con la abundancia de genes que participan en su degradación, indicando que hay un proceso de adaptación de la comunidad microbiana ante la presencia de contaminantes. También se detectó una ligera disminución en los niveles de oxígeno en la mancha de petróleo, lo cual podría ser resultado de la degradación de hidrocarburos y es también un riesgo, pues si la concentración de oxígeno disminuye demasiado, los organismos que dependen del mismo se verían afectados.
En conclusión, el estudio demuestra que existe cierto potencial e bioremediación intrínseco en el océano; sin embargo, no está claro si es suficiente ante la cantidad de petróleo derramado ni cuánto tiempo tomaría esta recuperación. También hace falta evaluar si las comunidades que existían previamente al derrame son capaces de restablecerse una vez que se haya eliminado la contaminación. Por último, es necesario evaluar con más detalle los efectos de la estrategia primaria utilizada hasta ahora que consiste en inyectar el dispersante químico COREXIT 9500; aunque análisis de laboratorio indican que es tóxico.
Referencias:
- Hazen et al. “Deep-sea oil plume enriches indigenous oil-degrading bacteria” (2010). Science DOI: 10.1126/science.1195979.
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